5 de noviembre de 2007

Hipnosis

Mucha gente sueña con el hecho de ser hipnotizado y repentinamente solucionar un problema o situación que no pueden manejar.
¿Pero porque no se utiliza la hipnosis en el psicoanálisis?
¿No sería, acaso, mucho más rápido y fácil hipnotizar a alguien y así resolver los problemas? Lamentablemente no.
En la hipnosis lo que se hace es atravesar el conciente, saltar la barreras de las resistencias que lo separan del inconsciente y llegar de esta manera a dar una orden que suprima una conducta o sentimiento o sensación.
En ese momento el paciente se desnuda, queda como un niño indefenso frente a la autoridad paterna.
Para llegar a dicho estado primero tiene que haber confianza, aceptación de la autoridad y reconocimiento del paciente hacia hipnotizador. Ya que al dejarlo sin "defensas" lo vuelve a convertir en un niño obediente. Penetra en su inconsciente y le da una orden, como si de un padre todopoderoso se tratara: "¡eso no se toca!".
Dicha acción surge efecto, pero la pregunta es si ese efecto elimina el problema.
Para un terapeuta el paciente es solo su conducta conciente. Si la persona dice que tiene miedo a las plumas, le creerá y supondrá que su problema es el miedo a las plumas.
Mediante la hipnosis, le ordenará no tener más dicho miedo.
Pero lamentablemente la mente no se rige por la magia, y con ese mandato no desaparece el motor de dicho miedo. Es verdad que mientras surja efecto dicha sugestión, la persona no le temerá a las plumas, y el terapeuta considerará que ya esta solucionado "el problema".
Lo extraño es que el paciente aparecerá nuevamente con el mismo síntoma, o con "miedo a las almohadas de pluma" por ejemplo.
Lo que se hace en un mandato hipnótico, es el símil de lo que hacemos cuando en un apartamento hay humedad y pintamos sobre la mancha pero no tapamos la perdida. La mancha no se verá por un tiempo, pero luego resurgirá con otra forma.
Por otro lado no todo el mundo el hipnotizable. Y según el psicoanálisis, al estar saltando las barreras que impiden llegar al inconciente, las mismas, se vuelven cada vez más fuertes haciendo más difícil llegar a la solución.
Un psicoanalista, guiará al paciente hasta ir encontrando de donde proviene su miedo, la simbolización del miedo en un pluma, etc.
El motor de ese miedo, no el efecto conciente.
Y esta es justamente la diferencia en terapia y psicoanálisis. En las terapias, se considera que el sujeto a tratar es el conciente.
Cuando una persona nos dice que frente a una mujer "se paraliza" y no se erecta su miembro viril, le creerán, y supondrán que hay que hipnotizarlo, o que es una simple conducta adquirida tratándolo como tal.
En cambio en el psicoanálisis se planteará de donde viene está parálisis frente a la mujer, o a su masculinidad, o a lo que el paciente vaya aportando en la terapia. El sujeto en este caso será el inconsciente.

Un terapeuta tiene el conocimiento, se lo busca porque "el sabe y me dirá que hacer".

Un psicoanalista busca "el saber" en el paciente. Ya que aquello que genera sus "goteras" están en sus "cañerías" que aparentemente desconoce, pero solo aparentemente. Cuando comienza a explorarse con la guía del psicoanalista puede ir encontrando el punto de fuga, y es en ese momento donde lo puede reparar.

Quizás el dilema está en:
¿Dejarán las propias resistencias del paciente que vaya a un psicoanalista? ¿O guiará al conciente a elegir algo que no ponga en peligro su tarea (no llegar al inconciente)?

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