A veces la gente, y los analistas somos gente, se preguntan cómo es esto de que la madre trae al padre en la relación que existe hasta ese momento entre madre-hijo. Pero decirlo es una cosa y comprenderlo es otra muy diferente.
Creo que un ejemplo es muy interesante. Vamos a suponer que dos personas están enzarzadas en una charla que les entusiasma a los dos. De hecho entre ellos hablan de ese tema que tanto les gusta. Mientras charlan pueden estar rodeados de objetos y de personal, sin embargo, su atención y sus emociones están puestas en esa charla y
no otra. Pero de golpe, si fuera, por ejemplo, una charla telefónica, uno de ellos hace una conferencia de a tres. Repentinamente todo cambia, ese tercero altera esa charla "intima" de dos, ahora hay que adaptar el discurso de todos a este nuevo integrante. O cuando se trata de una charla en persona, llega un tercero y "se corta el tema del que estaban hablando". Ahora, con ese tercero involucrado, nace una nueva forma de relacionarse entre los tres. Parece que las emociones, las palabras y los sentidos se edifican de tal forma para que ellos tres puedan co-existir en la charla y relación. Evidentemente cuando vuelven a estar solos vuelve esa intimidad, pero uno de los dos autorizó a que el tercero exista, por ende hay que adaptar el discurso a esta nueva escena. Se cae la exclusividad del binomio (madre-hijo) para existir solo como un parpadeo de lo que fue y se anhela que vuelva a ser, aunque ya imposible.
no otra. Pero de golpe, si fuera, por ejemplo, una charla telefónica, uno de ellos hace una conferencia de a tres. Repentinamente todo cambia, ese tercero altera esa charla "intima" de dos, ahora hay que adaptar el discurso de todos a este nuevo integrante. O cuando se trata de una charla en persona, llega un tercero y "se corta el tema del que estaban hablando". Ahora, con ese tercero involucrado, nace una nueva forma de relacionarse entre los tres. Parece que las emociones, las palabras y los sentidos se edifican de tal forma para que ellos tres puedan co-existir en la charla y relación. Evidentemente cuando vuelven a estar solos vuelve esa intimidad, pero uno de los dos autorizó a que el tercero exista, por ende hay que adaptar el discurso a esta nueva escena. Se cae la exclusividad del binomio (madre-hijo) para existir solo como un parpadeo de lo que fue y se anhela que vuelva a ser, aunque ya imposible.
Esto es lo que se suele llamar "que la madre invite al padre en la relación con el hijo", o dicho de otra manera, invitar el "significante del padre" que altera la forma de relacionarse de todos. Ya no hay solo dos... algo impide que se quede el niño en esa relación hipnótica con la madre... algo lo impide y lo(s) transforma. La sola inclusión de un "otro" genera una corte, una frustración del niño con respecto a su relación exclusiva con su madre, que la vive como propia, pero ahora este tercero genera divisiones.
Sergio Alonso Ramirez
Psicólogo -Psicoanalista
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