"Hay algo que debéis entender de mi forma de trabajar. Cuando me necesitáis y no me queréis, debo quedarme. Cuando me queréis, pero ya no me necesitáis, debo irme... Es un poco triste, pero es así"- película: La niñera mágica.

(Sin embargo, a pesar de mi ausencia física, me tendréis allí donde me necesiten)


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11 de enero de 2016

Es más fácil querer con palabras que amar con actos



Sentirse amado y querido presenta todo un problema práctico y teórico tanto para el paciente, el analista y la consulta. Si partimos de la base que un sujeto que no ha sido amado y libinidizado, no sobrevive (hospitalismo), deberíamos asumir que todo sujeto vivo fue amado o al menos deseado. 
Y de hecho todo paciente lo dice sinceramente, que se ha sentido amado o querido. Y realmente no mienten al respecto, lo que se les hace borroso es el cómo y el para qué.
Ahí está el punto de la cuestión. El sujeto entiende el amor como algo abstracto, cercano, absoluto, sin poder ver que el amor tiene formas, y alguna de ellas muy siniestras. 

Si tomamos perspectiva y ejemplificamos podremos entender un poco mejor:

El otro día me dijo un un chico de 25 años que su perra volvió con diarrea de lo de su novia. A lo cual le digo "No le habrá cambiado el pienso? ya que le daría diarrea", y me dice "Pues le compró uno barato de otra marca".
"Y no le has dicho que tenía que comer el mismo? Ella no sabe de perros?"  
"Que va! Ella quiere mucho a los perros, tiene un montón, ve uno por la calle y se lo lleva a su casa. Pero no sabe ni de la comida, ni los saca a pasear, ni de cuidados, los tiene en el patio de su casa"
"Entonces no quiere "a los perros" se quiere ella y tiene los perros para satisfacerse. Ellos tienen una serie de necesidades y cuidados que hay que tener en cuenta.

Sin embargo si le preguntamos a esa chica, que tiene a los perros en malas condiciones, sin los paseos, la socialización, ni alimentación necesaria diría con total certeza que ella "los quiere mucho". 

Otros padres tienen a los chicos aterrorizados de un mundo que les puede "hacer daño", que no se acerquen a nadie, etc. O los tienen sin parar a pensar qué es lo que va a necesitar el niño en su vida.  
Una madre me comentaba "yo sé que no está bien decirlo, pero yo quería tener hijos, no me interesaba nada más, ni siquiera mi marido, mi tema era tener hijos."

Y otra: "Yo no voy a dejar de fumar mis porros en el parque por mi hijo"

Hay padres que claman el amor por sus hijos pero al divorciarse no los van a ver o  brindan las ayudas económicas y personales para el bienestar de sus hijos, o simplemente los usan como moneda de cambio, tirando de los mismos hacia un lado u otro. O incluso, los tienen, sin calcular no poder cuidar de ellos dejándolos solos en casa o las necesidades que tendrán que afrontar en pos del bienestar del otro.  

Pero estos son algunos de los ejemplos. Lo cierto es que no siempre se quieren a los hijos como futuros sujetos, sino como objetos de satisfacción y así se los cría. El niño siente este amor, pero a vez  percibe "cómo" y el "para qué" como algo cotidiano y natural. 

Ésta es la cuestión central en todo sujeto, que a veces lo recuerda y otras lo recuerda en acto (repitiendo) en sus relaciones actuales, donde el otro se convierte en un personaje de esa forma de querer (activo o pasivo). No siempre se tiene un hijo pensando en él como futuro sujeto con necesidades, sino muchas veces como quien está sólo para cubrir la de los padres. 
Se ve en madres muy apegadas a sus hijos, temerosas de que se separen de ellas, como lo hacen a su vez simbólicamente del marido al tener el hijo, y luego El Niño tiene angustia por separatividad, que no es otra cosa que la angustia de la madre. O chicos que han quedado apresados dentro de la casa, alentados a temer y no salir y luego en la adultez se preguntan sobre su conflicto con el exterior. 

Pero también aparecen lo contrario: Una madre se acaba de separar, se reincorpora a su trabajo, pero logra hacerlo a tiempo parcial juntando en pocos días sus horas de la semana. Pudiendo así compartir su día con su hijo, los huéspedes estudiantiles que aloja en su casa, su perra y  estar con quien quiere. Y me pregunta: ¿No crees que a los chicos se los envían a demasiadas actividades? (Intuyendo que es un recurso de una sociedad ansiogena que no tienen tiempo ni los padres ni los hijos)
Paradojicamente ella le estaba dando el ejemplo al hijo de que no es necesario hacer mil cosas para estar feliz, sino poder disfrutar de su día, sus amigos, el estar en casa, salir a pasear. Y en su ejemplo ella le estaba regalando algo que ni siquiera se estaba percatando: equilibrio. 
El hijo también hace actividades que le gustan y que van variando (tiene 11 años), pero la principal es que la madre disfruta del cada día y lo comparte con su hijo. Esa actividad no se la enseñarán en ningún lugar más que en su casa. La madre sabe que necesita estar bien ella para brindarle a su hijo su compañía y tiempo. No es necesario rellenarlo de saberes, sino de un contenido para poder luego adquirir un saber. 

Quizás ahora podemos hacer la diferencia entre el sentimiento que podemos tener de "querer" y el de "querer al otro" (amándolo). El hacerlo hacia un otro implica una renuncia narcisística (parcial) en pos del objeto amado y sus necesidades, es aquello que se llama amor. Es poner trasladarse al otro, ver las necesidades del otro por el otro, dentro de lo que cada fantasma (historia) permita a cada cual. 

Escucho madres y padres que pretenden cobrar a sus hijos/as el haberlos tenido, no se logran amar en sus hijos, sino que se quieren a sí mismos y quieren que el hijo sea un objeto de su narcisismo (puestos como falos que los completan a sus padres y no como sujetos que necesitan de padres). 

Entonces, cuando estamos delante de un paciente, una pregunta interesante no es si fue querido, sino "cómo" y "para qué" lo fue y encontrará respuestas a su relaciones objetales actuales y el centro de su repetición. 

Me contaban el otro día una chica que se queda embarazada a los 18 años de un novio pasajero y quería tener a su hijo, con los dos padres de ella desempleados, ella sin trabajo, sin recursos, sin siquiera nada para darle. En ese caso uno se pregunta ¿Para quién quería a ese niño?. Sabemos que hay cuestiones culturales, de creencias religiosas, morales, etc, etc, pero si no tomamos en cuenta al niño, estamos sólo pensando en nosotros mismos.  

Es aquí donde podemos entender que ese tipo de amores pueden ser muy destructivos. Por un lado el sujeto se siente amado, pero no puede ver que en realidad es amado como objeto de otro, como un capricho, como una necesidad ajena, incluso poco, pero que no se lo tuvo en cuenta como sujeto. Si no se puede tener en cuenta al sujeto como alguien con necesidades, prioridades, libertades, etc, imaginemos a todo lo que puede llegar a estar expuesto en pos de ese "amor"... ¿Amor o narcisismo?.
Está claro que también entrarán en juego las historias de los propios padres y sus relaciones con sus progenitores haciendo de esto una cadena genealógica que el paciente, en el presente, tendrá que romper para no suceder ese falta de amor disfrazada de una querer narcisista. 

Sentir que uno quiere, es fácil, amar al otro... Ya no tanto. Implica renunciar al amor propio, la comodidad, en pos de que ahora sea el otro quien esté mejor. 

Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista 


3 comentarios:

  1. Muchas gracias Sergio ! Para pensar y mucho...

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  2. Qué buen título que hoy por hoy..te da tantos ejemplos y más en temas de Amor..!
    Fijate que lo volví a leer y hace instantes, visualicé tantas cosas que ocurren.. Gracias!

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  3. Y cuando identificamos que la madre ha tomado al sujeto tan solo como un objeto narcisitico de.satisfaccion? Sabemos que la gente no cambia solo porque si... que sería lo mejor para el sujeto... seguir en esa relación o hacer un corte al vínculo?? de que manera se expresaria en el acto una elaboracion adecuada a esta problemática?

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