Desde la teoría podemos escuchar una frase interesante, y es que el sobrepeso puede ser una forma de ocultarse.
Si bien puede parecer un poco extraña, dado que no suelen estar contentos con dicho sobrepeso, es algo que luego tomo otra significación.
Pero el tiempo y la observación de casos me fueron dando los datos que necesitaba para concluir este comentario que había escuchado.
Paradójicamente, encontré en todas las personas con sobrepeso un factor común:
todas estaban escondidas. Pero no me refiero físicamente, sino mentalmente. Esta era gente que vivía enjaulada en sus propias vidas, en sus cabezas. Personas que por diferentes motivos no podían conectar con sí mismas, estaban comprometidas con sus padres, obligaciones familiares forzadas, situaciones desagradables y escondían una serie dolores. Era como que si bien desde fuera se veía que vivían su vida normalmente, estaban viviendo la vida de otros, o una vida que no era la que ellos deseaban. Aparecían significantes (palabras y frases) que se encarnaban en el cuerpo, ideas de sí mismos inculcadas por esos otros históricos del sujeto y que ellos creían en ello firmemente, sus deseos reales, sus sueños, sus relaciones amorosas y amistosas no llegaban a concretarse nunca como realmente lo deseaban.
En este punto entendí que el cuerpo repite lo que está en la mente. Se tapa de grasa, la persona no se ve, está allí, enterada, al igual que sus ilusiones, sueños, deseos, ganas de vivir de otra manera, de realizarse y de compartir.
Es como si el cuerpo repitiese en el exterior lo que les pasaba en el interior.
Y justamente lo sorprendente es ver que esas mismas personas luego de superar cada uno de esos puntos, sus cuerpos cambian naturalmente. Pareciese como que a medida que van conectando con lo que son, no hay tanta distancia entre la realidad (exterior) y ellos mismos, haciendo que las paredes construidas (grasa) desaparezca, se diluya.
Pero la gordura no era casual, también los posicionaba en un lugar particular del deseo. Pero ese lugar ya es de cada sujeto. Algunos eran como bebés que sólo eran amados "gorditos", otros evitaban la mirada y el deseo del otro para obedecer a un mandato "tú serás solo mía" (padre o padre) y a su vez, detrás de su angustia consciente, gozaban del hecho de entregarse a un fantasma del pasado sufriendo por una realidad del presente.
Ahora, hay otro punto. Y este es más sorprendente. Luego de conocer algunas personas muy musculosas, o simplemente musculosas me encontré con lo mismo. Aunque no lo crean, en vez de ser gente fuerte y decidida, parece ser que muchos de ellos escondían detrás de aquella coraza un mundo de miedos e inseguridades. Como si de alguna manera los hubieran expuesto de golpe al mundo y tuvieran que justificarse, estar perfectos, no tener “un gramo de grasa”, ser hermosos… ¿Para qué? para que… los acepten y quieran. Realmente me sorprendí. Pensando que en general era el afán de estar bello y sano. Pero mucha gente que va al gimnasio lo que busca es “tapar” sus supuestas insuficiencias, aquellas cosas que siente que no están bien, aquellos defectos que son “innatos” y que solo se tapan con una buena cobertura. Como la gente que tiene humedad en las paredes y solo pasa pintura para taparla hasta que se note nuevamente. Es decir, vuelve a aparecer una cobertura que se ofrece hacia "el otro" una forma de situarse en el deseo. En este caso de aceptación pero desde una serie de requisitos de la mirada del otro. Una mirada, que siempre es proyectada por quien mira, claro está, y que puede llegar a alienar al sujeto. Porque en definitiva, lo que busca es reflejar la perfección de su narcisismo. Y donde aparenta fortaleza e independencia puede darse lo contrario: Dependencia y alienación.
Estimo que con el furor que hay en estos momentos en la sociedad por “estar y ser perfectos” está pasando cada vez más. Miren en las propagandas que hablan de gente con buenos cuerpos que son felices una vez que compran tal o cual cosa para estar echado en el sofá mirando la tele mientras que la varita mágica te modela el cuerpo.
Parece ser que estos cuerpos suelen cubrir frustración en muchos casos, inseguridades, y sentimientos de “tengo que estar bien porque soy una porquería, o, no valgo nada, al menos tengo este cuerpo que todos desean”. Pero lo cierto es que el cuerpo también está diciendo algo del sujeto. No siempre dice lo mismo, cada sujeto vive de forma diferente algo que puede parecer similar.
Esto no es una crítica a tener un buen cuerpo, a querer estar sexy, o estar más sano. Esto es un comentario, para los que usan algo que en un principio es enaltecedor para cubrir las cosas que le duelen.
El sujeto es cadena de significantes (palabras) que se encadenan de una forma particular y luego se inscriben en diferentes mundos: La mente, el mundo exterior o el cuerpo.
La fascinación en muchos casos por un cuerpo muy perfecto o imperfecto, puede ser la fascinación de un escondrijo llamado cuerpo.
Sergio Alonso Ramirez
Psicólogo Psicoanalista
Si bien puede parecer un poco extraña, dado que no suelen estar contentos con dicho sobrepeso, es algo que luego tomo otra significación.
Pero el tiempo y la observación de casos me fueron dando los datos que necesitaba para concluir este comentario que había escuchado.
Paradójicamente, encontré en todas las personas con sobrepeso un factor común:
todas estaban escondidas. Pero no me refiero físicamente, sino mentalmente. Esta era gente que vivía enjaulada en sus propias vidas, en sus cabezas. Personas que por diferentes motivos no podían conectar con sí mismas, estaban comprometidas con sus padres, obligaciones familiares forzadas, situaciones desagradables y escondían una serie dolores. Era como que si bien desde fuera se veía que vivían su vida normalmente, estaban viviendo la vida de otros, o una vida que no era la que ellos deseaban. Aparecían significantes (palabras y frases) que se encarnaban en el cuerpo, ideas de sí mismos inculcadas por esos otros históricos del sujeto y que ellos creían en ello firmemente, sus deseos reales, sus sueños, sus relaciones amorosas y amistosas no llegaban a concretarse nunca como realmente lo deseaban.
En este punto entendí que el cuerpo repite lo que está en la mente. Se tapa de grasa, la persona no se ve, está allí, enterada, al igual que sus ilusiones, sueños, deseos, ganas de vivir de otra manera, de realizarse y de compartir.
Es como si el cuerpo repitiese en el exterior lo que les pasaba en el interior.
Y justamente lo sorprendente es ver que esas mismas personas luego de superar cada uno de esos puntos, sus cuerpos cambian naturalmente. Pareciese como que a medida que van conectando con lo que son, no hay tanta distancia entre la realidad (exterior) y ellos mismos, haciendo que las paredes construidas (grasa) desaparezca, se diluya.
Pero la gordura no era casual, también los posicionaba en un lugar particular del deseo. Pero ese lugar ya es de cada sujeto. Algunos eran como bebés que sólo eran amados "gorditos", otros evitaban la mirada y el deseo del otro para obedecer a un mandato "tú serás solo mía" (padre o padre) y a su vez, detrás de su angustia consciente, gozaban del hecho de entregarse a un fantasma del pasado sufriendo por una realidad del presente.
Ahora, hay otro punto. Y este es más sorprendente. Luego de conocer algunas personas muy musculosas, o simplemente musculosas me encontré con lo mismo. Aunque no lo crean, en vez de ser gente fuerte y decidida, parece ser que muchos de ellos escondían detrás de aquella coraza un mundo de miedos e inseguridades. Como si de alguna manera los hubieran expuesto de golpe al mundo y tuvieran que justificarse, estar perfectos, no tener “un gramo de grasa”, ser hermosos… ¿Para qué? para que… los acepten y quieran. Realmente me sorprendí. Pensando que en general era el afán de estar bello y sano. Pero mucha gente que va al gimnasio lo que busca es “tapar” sus supuestas insuficiencias, aquellas cosas que siente que no están bien, aquellos defectos que son “innatos” y que solo se tapan con una buena cobertura. Como la gente que tiene humedad en las paredes y solo pasa pintura para taparla hasta que se note nuevamente. Es decir, vuelve a aparecer una cobertura que se ofrece hacia "el otro" una forma de situarse en el deseo. En este caso de aceptación pero desde una serie de requisitos de la mirada del otro. Una mirada, que siempre es proyectada por quien mira, claro está, y que puede llegar a alienar al sujeto. Porque en definitiva, lo que busca es reflejar la perfección de su narcisismo. Y donde aparenta fortaleza e independencia puede darse lo contrario: Dependencia y alienación.
Estimo que con el furor que hay en estos momentos en la sociedad por “estar y ser perfectos” está pasando cada vez más. Miren en las propagandas que hablan de gente con buenos cuerpos que son felices una vez que compran tal o cual cosa para estar echado en el sofá mirando la tele mientras que la varita mágica te modela el cuerpo.
Parece ser que estos cuerpos suelen cubrir frustración en muchos casos, inseguridades, y sentimientos de “tengo que estar bien porque soy una porquería, o, no valgo nada, al menos tengo este cuerpo que todos desean”. Pero lo cierto es que el cuerpo también está diciendo algo del sujeto. No siempre dice lo mismo, cada sujeto vive de forma diferente algo que puede parecer similar.
Esto no es una crítica a tener un buen cuerpo, a querer estar sexy, o estar más sano. Esto es un comentario, para los que usan algo que en un principio es enaltecedor para cubrir las cosas que le duelen.
El sujeto es cadena de significantes (palabras) que se encadenan de una forma particular y luego se inscriben en diferentes mundos: La mente, el mundo exterior o el cuerpo.
La fascinación en muchos casos por un cuerpo muy perfecto o imperfecto, puede ser la fascinación de un escondrijo llamado cuerpo.
Sergio Alonso Ramirez
Psicólogo Psicoanalista
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