Armaduras

¿No se han encontrado nunca con gente que dice y repite compulsivamente todo lo que tiene, ya sea su dinero, su puesto de trabajo, su rango, sus títulos, su cuerpo, etc? He conocido a personas que viven paradas sobre su ego. Digamos que son el título o la posición que han obtenido. Otras sobre un carácter determinado o sobre cuestiones puramente materiales. Como si de alguna manera “necesitaran” de ello para “ser alguien” para “existir”.

¡Porque yo soy el licenciado tal! ¡Me tienen que obedecer porque soy el Gerente de cual! ¡A mi no me pasa nadie por encima, porque tengo este carácter!

Sin embargo lo que veo son armaduras. Y como dice la palabra es un arma-dura. No todo el mundo tuvo una historia fácil y sencilla. Y algunas personas para poder sobrevivir en los escenarios de vida que le tocan tuvieron que ir construyendo sus “arma-duras” para poder defenderse de la hostilidad que sienten que viene desde el exterior (y en terminan generándola ellos mismos como un espejo con el otro).

Aquello que se leería normalmente desde fuera podría ser que es como una persona fuerte, o prepotente, o importante, y que lo reitera, suele ser en realidad sólo la cáscara de la fragilidad que tienen por dentro.

Si a una persona le han hecho saber en su vida que es un don nadie, que no sirve para nada, que es tonta, o cualquiera de esas cosas, una de las salidas es que logre generar este campo protector. De ahí que suelen repetirlo seguidamente “es que yo soy el licenciado tal”. Como si un título le daría consistencia a la persona misma. También en esta línea encontramos casos de personas que se dedican a coleccionar “títulos” (titulitis).

Estas fachadas nos dan las pistas de los que les pasa por dentro. Son inversamente proporcionales a lo que sienten en su fuero interno sobre sí mismos. No digo que esto signifique no estar orgulloso de los logros que uno tiene. Pero estos casos que hablo no es que estén orgullosos, sino que “construyen” su vida sobre ello, como sí al caérseles esto se quedasen sin identidad alguna. En el escrito músculos y gordura se habla también de esto pero con otras connotaciones.

Un día “Pepe” me dijo: “yo siempre fui el tontito del colegio, nadie me prestaba atención, todos los chicos me molestaban. Hasta que llegue a mi adolescencia y descubrí el gimnasio. Ahora desde que tengo ese cuerpo ya nadie se ríe de mi, es más, la gente me desea, inclusive paga por verme ya que ‘soy’ streaper”

Pero el tema es cuando tuvo que salir de ese trabajo y se encontró con que se sentía igual que antes, porque donde no podía utilizar su “arma-dura” volvían aquellas ideas que se habían forjado en su vida (que no valia para nada). Inclusive se construyo a partir de es eso. El Arma-dura era una forma de defensa contra "no soy nadie".

Quizás el inconveniente de toda coraza es que no podemos estar en contacto con el exterior, y cuando lo hacemos volvemos a estar vulnerables, ya que la coraza es para proteger aquella fragilidad y dolor que quedo dentro. Y el inconveniente más grave es cuando ya no funciona como esperamos. De ahí vienen ataque de angustia, pánico y ansiedad.

No es fácil sacarla, pero el truco es que en la medida que se puede ir entendiendo y re-entendiendo aquello que quedo atrapado en el interior, la armadura va perdiendo su peso y utilidad, ayudándonos a ser más auténticos y caminar mas libres por nuestra vida.

Sergio Alonso Ramirez
Psicólogo Psicoanalista