Algo que me ha parecido interesante para analizar son las personas que presentan una cuota sádica en sus denuncias en “Internet”. Podemos decir que no se suele poner constantemente fotos o vídeos de bebes maltratados , o de personas descuartizadas para denunciar un humano que hace eso. En todo caso se publica la foto de la persona que lo ha hecho y a veces, de forma más o menos disimulada, para los que la curiosidad mórbida los reclama, pueden poner un enlace donde se vea los desastres de su actuar (incluso para validar la denuncia en sí). Sin embargo se observa que hay personas que ponen imágenes y vídeos de crueldades a animales. Se escudan, de forma fabulada, en que “denuncian” el maltrato. La pregunta es a quién le dirigen dicha denuncia. Está claro que a los que les parece cruel esa imagen les producirá rechazo y horror, por ende, no ha cumplido su función de ninguna manera. No ha concientizado a nadie con esta muestra de horror. Por otro lado, no suelen mostrar al perpetuador del horror, sino al horrorizado.
Una cosa es la denuncia donde se hace una campaña que “humaniza” (identificación y la mirada del Otro que desaprueba el maltrato) a una criatura para no ser lastimada y otra diferente es la enajenación
constante con mostrar crueldades dentro de un vínculo más o menos reducido.
Evidentemente el cruel lo disfrutará, y el que no, sufrirá.
Entonces… si no hay un fin real… ¿Qué puede ocultar esta
conducta como significante?
En el artículo “Porque queremos tanto a los animales” (http://psicosujeto.blogspot.com.es/2011/11/por-que-queremos-tanto-los-animales.html)
se habla de cómo el sujeto, cuando es infante, ve a los animales como humanos.
No hay una diferenciación entre un ser vivo y otro hasta que crecen un poco
más. Por ende los animales también son objetos de identificaciones, transferencias
y principalmente PROYECCIONES del sujeto (quedan en el inconsciente como
figuras humanas y humanizables).
También sabemos que el sujeto sólo puede ver, sentir y
pensar a través de su fantasma (historia vivida en presente). Entonces ¿Qué es
lo que ve en esos animales indefensos? ¿Qué intenta denunciar constantemente en
esa repetición eterna? Parece ser que lo que denuncia es su propia historia,
entendida desde sus propios ojos, pero ahora proyectada en un animal. Y como
proyectada, repetida, ya que no puede hablar de lo propio.
Pero aún podemos ir un poco más allá. En los casos que he
visto, como comentaba antes, no presentan nunca al agresor, siempre el
agredido. Como sí pidiesen que tuvieran compasión de la víctima, como un grito,
pero puesto en algo externo, sin darse cuenta que no muestran al victimario. Y también en los casos que lo muestran, no están mostrando al propio. Aún en la proyección queda velada la identidad del agresor, incluso en esa
representación, el maltratador queda impune.
Es tal el nivel de proyección, que no pueden ver, que todos
los que ven aquello que muestran, ya les parece algo nada agradable… Pero… ¿No
lo pueden ver, o lo que quieren que esa gente compasiva, de alguna manera, vean
“lo que están denunciando” (pero ya no en los animales)?
Sergio Alonso Ramírez
ME encantaría poder leer más sobre este tema
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