Mucha gente habla con cierta certeza sobre la caída del
padre, el derrocamiento del mismo o el asesinato simbólico, sin embargo muchas
veces la propia fantasmática neurótica no le permite al sujeto poder entender o
interpretar que esto no se trata de otra cosa que del propio suicidio.
Quien aún no ha derrocado a sus imágenes parentales estima
que se trata de un derrocamiento real, de decirles algo, de protestarles, que
cambien de mentalidad o incluso de la pelea con los mismos, estimando que es un
derrocamiento "real" del sujeto que tenemos delante.
Muchas veces esa imagen ya está, debido a los años, sin
fuerzas de ningún tipo para poder hacer frente a estas cuestiones y, peor aún,
recibe un ataque del cual no hay forma de defenderse ya que se le está pidiendo
un cambio en pos del demandante.
En el proceso de crecimiento el sujeto viene alienado del
otro. Es el otro, quien le dice qué se dice, qué no, cómo se dice, cómo
comportarse, vestirse, ser amado u odiado. El sujeto, para poder ser como tal,
necesita llenarse del otro. Pero no es cualquiera este otro que viene con la
verdad, sino un Dios. Los padres vienen a presentar un mundo (que no "el
mundo") con una serie de verdades e interpretaciones del mismo que el
sujeto infante tomará como ciertas. Todo se significa, cobra sentido, forma y
"lógica" a través de esta dialéctica. Pero... llega un momento donde
el sujeto tiene que atravesar un laborioso camino para convertirse en adulto,
que no pasa por la edad, sino por el lugar subjetivo que ocupa. En el texto
"los que fracasan al triunfar" Freud nos cuenta la travesía que debe
hacer todo sujeto para poder ir más allá de los mandatos, del marco que le han
dado, para construir otra cosa. Pero no es gratuito dicho pasaje... ¿Qué
implica? La pérdida, efectivamente, de esas imágenes como dioses que nos
aportaban la verdad y la realidad. Y el coste no es ese solamente, sino que hay
más: Cuando caen también lo hacen las certezas completas, aparece la falta, la
posibilidad de que todo no sea tan cuadrado, tan obvio, tan científico, tan
cierto. Ahora el sujeto pierde su posición infantil, que estaba garantizada por
el otro, lo cual le daba una libertad perversa, para tener que ganársela a
través de sí mismo y más todavía; a pesar de no tener las verdades, de hacer lo
mejor posible, con el riesgo de equivocarse, caer, etc., convertirse en el
garante de otro (llámese hijo o sustituto u otro).
El sujeto se queja, se opone, lucha con el otro que es
"superior" o tiene "poder" o "autoridad" o lo que
lo represente. Pero nunca se pone en su lugar. Juega con la palabras, como
quien pretende hacer un póker, y supone que "está derrocando al
padre", cuando en realidad lo único que hace es tomar constancia que es
"el otro" quien ocupa ese lugar. En otras ocasiones se sitúa en su
lugar pero de forma temporal, liberándose así de dicha carga, como cuando los
niños, en forma de mofa dicen "¿Has visto? ¡Yo puedo! ¡Ja!"
La histérica nunca ocupa el lugar de la mujer, es la tercera
en discordia, la que seguramente será desplazada por otra, la que no consigue
su hombre, ella no... Es la otra. El obsesivo masculla o ejecuta venganzas
silenciosas contra hombres poderosos que encuentra en su camino para sentirse
como el niño que desplazo al padre. El obsesivo sueña con ocupar el lugar del
perverso.
Y el mismo ocupa un lugar de constante desafío a la ley, de
ningunearla, de saberse "más", de esquivarla para reasegurar el lugar
del "favorito de mamá" por sobre la ley.
Pero el derrocamiento del padre, el asesinato simbólico, es
mucho más cruento de lo que sugieren estas escabrosas palabras. Ojalá sólo
fuese derrocar al otro y seguir disfrutando de los placeres de lo infantil...
Pero no. No se trata que el príncipe derroque a su padre, sino de ocupar el
lugar que implica ser el rey con todo ese peso. No se trata de fantasearse
divino y maravilloso "si estuviese en su lugar" sino de hacer el acto
siniestro de cargar con el peso de dicha corona, que no es, evidentemente,
fácil.
La caída del padre, no existe fuera, sino que es cuando el
hijo, finalmente se erige como hombre, acepta la falta, deja de pedir garantías
a todos como un pequeño niño, y se arregla la vida con lo mejor que tiene,
puede y quiere y acepta que las consecuencias de sí mismo. Implica darse cuenta
que no se puede tener el coche deportivo con 3 niños, ni irse a conciertos todo
el tiempo porque el bebé necesita de un cuidado constante por ejemplo. Implica
el suicidio de un aspecto infantil, temeroso, que grita que le aseguren la
vida, que le den verdades, que la cosa sea "redondita" para no querer
entender que está lleno de pozos, que hay que intentar esquivarlos, taparlos y
que incluso se puede caer en ellos y hay que levantarse uno y seguir. Y más
aún, que puede que no sólo haya que levantarse uno, sino tener que ayudar
también a otro.
El padre, cae como imagen de Dios, cuando el hijo se
endereza para afrontar una vida y se da cuenta que él también está lleno de
fallos. Cuando recibe esta "patada voladora" (como dice un amigo mío)
en su narcisismo y se da cuenta que la gran mayoría de orgullos estaban
sostenidos por quien criticaba y que no es fácil, para nadie, acarrear con la
vida, pero que se hace lo que se puede. Es la caída de los Tótems, la aparición
de la falta que te hace luchar como mejor se puede y ahí, cuando el sujeto
levanta la mirada para ver su propia vida, su propio camino, sus propias
faltas, la gira un segundo y se da cuenta que esos dioses que llamaba padres,
son personas, que ni tienen toda la verdad ni que son todo malos ni todo
buenos, ni hay tantas excusas para no hacer lo que a cada cual le toca. Son
personas, que pueden haberlo hecho mejor o peor, pueden ser perdonables o
evitables toda la vida, pero que no son entes que designan la verdad, sino que
la misma se construye.
En ese momento crucial de la vida de un sujeto, luego de
esquivar por todos los medios la falta, de intentar atravesarla para no verla
más, se encuentra con el hecho que la llevará de por vida. Y esa herida
narcisística, ese saberse "lo que mejor se puede" (y dentro de lo “su”
posible) implica el suicidio del niño precioso y perfecto que sostenía a sus
Dioses para preservar su lugar tanto en el cielo como en el infierno.
Se rompe, claro está, algo de la realidad.
Obviamente este pasaje puede generar reacciones de
diferentes tipos. Ya sabemos que quien mueve ficha hace que se modifique el juego.
Pero ya no se trata de tener que pedirle al otro que "cambie", porque
si el otro cambia la realidad yo no tengo que apropiarme de la mía, sino que
cada uno queda liberado, angustiosamente, para construir su propia suerte.
En el momento que el sujeto, en medio de su lucha, dice
"Ahora entiendo lo que pasó mi padre/madre para tener lo que tenía"
(es decir, entender un hombre/mujer), es el momento que ha muerto el Dios y el
niño para que puedan nacer dos adultos.
Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista
No lo habia pensado asi, me parece muy interesante y me ha aportado cosas.
ResponderEliminarExcelente!!! Gracias!!
ResponderEliminarExcelente, muchas gracias!!
ResponderEliminarExcelente, muchas gracias!!
ResponderEliminarMaravilloso texto! Gracias Sergio!!!
ResponderEliminarEntonces el asesinato simbolico es de los padres y de todos los otros no? Porque yo creo haber bajado a mis padres del pedestal, pero sigo aun atada a los otros a verme aceptada por ellos....? Puede ser Sergio?
ResponderEliminarCriticarlos no es bajarlos del pedestal necesariamente. Tampoco sé si es tu caso. Bajarlos es erigirse uno en falta. Hacer tu vida lo mejor que podes y entender que ellos han hecho lo mismo. Que no quita que lo hayan hecho mejor o peor. Sin embargo es verdad que se suele transferir a los padres en otras imágenes.
EliminarSergio, un post sobre las histericas por favor, agradezco tu claridad!
ResponderEliminarY cuando te das cuenta que te han oprimido de tal manera y decides alejarte por tu paz. Es también un asesinato?
ResponderEliminarEn ciertos tipos de relaciones el sujeto necesita incluso poner una distancia geográfica. Pero algo se lleva el sujeto y creo que es necesario un análisis para elaborar aquello con que el sujeto se creó y crió.
EliminarCaer en si...
ResponderEliminarQue bonito texto, palabras que llegan al alma!!!
ResponderEliminarGracias a vos por tus contribuciones siempre tan llenas de saber, pero principalmente de intelecto que es lo que hace del saber algo útil!!! De quien lo usa, alguien admirable.
ResponderEliminarMuy interesante, muchas gracias, de verdad me encantó, sentí que me hizo salir de una zona de confort intelectual, es de esos escritos que te hacen pensar, reflexionar, parar y recordar, volver a vivir. Tan diferente a lo que nos bombardea todo el día, que es superficial y para pasar el tiempo, sin tener que pensar.
ResponderEliminarTodo lo que sabía sin saber que lo sabia y sin saber expresarlo.
ResponderEliminarGracias.
Gracias
ResponderEliminarA veces pasa toda una vida para entender un texto. Y tan complicado de derrocar un dios que lo trasmitimos a otros cuerpos. La muerte de Dios para el nacimiento de dios en dualidad y sin corona... Un dios que se estudia a través de nosotros todo el tiempo. No hay una verdad universal solo un movimiento de la energía equilibrado.
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