30 de septiembre de 2020

Hay algo interesante en la envidia, la agresión

 Hay algo interesante en la envidia, la agresión:


No sólo el sujeto ve reflejada su miseria en contraposición del éxito y/o beneficio del otro, y por ende lo odia, sino que a veces pasa al acto y lo agrede. Pero ¿Por qué agrede a ese otro? ¿De dónde sale esa agresión?
En la envidia no hay admiración por lo que le sucede al otro, ni hay un ideal, aunque puede haberlo de forma intermitente. La admiración es algo también muy usual, pero el que envidia, en el fondo se odia, se desprecia por no ser su ideal, entonces ese odio lo proyecta en ese otro, y a veces lo agrede tanto como se agrede a sí mismo. En realidad a través de la envidia pasa al acto de la agresión (en sus múltiples formas) porque intenta denigrar al envidiado como se se denigra a sí mismo. Es un acto que libera al sujeto que envidia de su miseria durante un rato, pero que a la vez lo retroalimentar porque siempre está mirando al otro desde su desgracia.
A veces de forma constante, a veces de forma intermitente, a veces admira y otras odia a la misma persona o sistema (institución, país, etc.) con qué proyecta dicha ambivalencia.
En el fondo la envidia son formas de odio a uno mismo proyectadas en los demás y a veces transformadas en agresiones.
Sin embargo lo más triste es que al sentir esto o actuar así pierde la posibilidad de admirar/se, querer/se y valorar/se a través del otro y de sí mismo.

Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista

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