Arte: Robert Longo web: http://www.robertlongo.com/ |
Las mujeres musulmanas no son las únicas que usan el burka. Si bien algunos
suelen espantarse por dicha costumbre, no logramos ver que se reproduce en
nuestra cultura más de lo que se imagina.
El burka tiene una función muy peculiar, que nadie pueda ver ni desear a la mujer más que una sola persona, su marido.
Sin embargo esto sucede de forma similar en
el occidente. Uno se encuentra con
muchas personas que se visten de tal forma que transmiten algo: "no me desees" "no me mires" "no te sientas atraído por mí". Pero no lo hacen a nivel consciente. Sin darse cuenta tienen ciertos gustos que parecen ocultar cosas del orden del despertar el interés en el otro.
muchas personas que se visten de tal forma que transmiten algo: "no me desees" "no me mires" "no te sientas atraído por mí". Pero no lo hacen a nivel consciente. Sin darse cuenta tienen ciertos gustos que parecen ocultar cosas del orden del despertar el interés en el otro.
Pero lo interesante es que no ocultan sólo lo desagradable, sino que también
en ese ocultamiento de la falta cubren lo que atrae al otro. Como si el mensaje
fuese "no me desees, ni siquiera yo lo hago".
Algunas personas se ponen ropa
"carpa" (de circo), que tienen tal forma que lo cubre todo, incluso
lo atractivo de la persona. O camisones que no permiten ver ninguna forma. Es
interesante que por un lado se asegura que es para cubrir lo desagradable pero
por otro parecen no observar que también se tapa lo atractivo (de ser hombre o mujer). Y esas también son formas de burka, pero uno inconsciente, uno que la persona
hace por "hábito"... el hábito de no ser
deseado (o el que hace al monje o monja... que sólo
es visto por Dios).
Pero entonces... ¿Para
qué
lo harán? ¿Cuál es el beneficio de no verse reflejado como objetos de deseo del
otro, y por ende, de forma especular, de sí mismos?
Cuando se indaga en aquellas particulares
costumbres aparece el goce, esa satisfacción
inconsciente que tiene que ver con lo que no está pero se representa en el acto. Y muchas veces surge una forma de
deseo particular, esa frase que dicta "nadie te va a querer como lo hace
mamá" (o papá
según el caso). Aparecen los burkas de olores que repelen más que atraer (cuando el significado de ese olor es repeler), las
formas de las vestimentas, colores, estilos, cuerpos, etc., pero todos, para no
gustar. Todos para repetir una escena donde se es deseado, no en el acto
presente, sino permanecer deseado desde ese rechazo de todos, pero amado por
uno en particular (o en una escena de antaño). Esto también aparece en el cuerpo, que es otra vestimenta que habla al otro.
Y no se trata tampoco de la forma, de la
moda, de la actualidad. Se trata de eso que se transmite con todo lo que un
sujeto "aporta". Es aquel lugar en que el sujeto se sitúa. No se trata de la gordura o delgadez, de la marca, del color,
sino de qué
se transmite con ello. He conocido mujeres (y
hombres) rellenas, gordas, flacas, hippies, empresarias, o lo que fuere, que en
su actuar, en todo lo que eran, expresaban eso que atrae al otro. Es un micro
gesto, el sostener una mirada, es todo eso que no se aprende, que nace desde el
lugar que ocupa cada uno consciente e inconscientemente.
Y en el otro extremo, están los sujetos que usan todo lo mismo, para ocultarse del otro,
para quedarse no mirados ni aceptados o deseados, y rememorar aquel amor primordial, el
de mamá. ¡Y claro! ¿Qué
van a hacer si ellos no pueden controlar el exterior?
El exterior no... Pero... ¿Se trata del exterior o de un espejo? En definitiva, el deseo del
otro, también pone al sujeto en la encrucijada de saberse un adulto deseable.
Me dijo una vez una chica: "No tengo
amigas, no sé
qué me pasa pero
siempre me peleo con todos. Las mujeres son muy malas conmigo. Con la única que hablo, mi mejor amiga es mi mamá".
Es decir, su mamá
lo era todo, también
la pelea con las otras.
Entonces, el burka no es algo tan exclusivo
de la mujer musulmana, la occidental encuentra sus propios medios culturales
para imbuirse el propio pero simbólico y ser sólo mirada de una forma por el mundo, para repetir, inconscientemente,
la mirada de un otro en particular. Inclusive en la elección de quien ama a la persona (“¿Quién te va a querer a ti?” – sólo éste/a…)
La diferencia es que la que no quiere, en
otra cultura, no puede elegir en muchos casos. Pero la que lo hace
inconscientemente, tampoco.
Ese burka no está sostenido sólo por el marido que la ve, sino por la familia, su historia, la
cultura, la sociedad, los amigos, la posición
subjetiva frente a los demás. Y en el caso del burka simbólico,
también.
Será cuestión que en análisis la persona pueda ir reconstruyendo
su historia e ir sacando las telas de su burka para decidir si dejárselo puesto y asumir los resultados, o
elegir quitárselos para ser
amada ya no por una sola persona, sino por sí mismos a través del espejo de la
mirada del otro(s).
En definitiva el burka es sólo una tela, que
puesta de otra manera puede tomar otros significados y transformarse en algo más.
Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo
Psicoanalista
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