Autor: Igor Morski web: http://www.igor.morski.pl |
El otro día en una conferencia sobre “Por qué el
psicoanálisis” el ponente (Luis Martínez de Prado) relata una dura historia de
un joven que tenía rituales. En breve la podremos ver por Youtube, pero en
resumen cuenta la historia de este analizante que vivió sometido por un padre.
Al final de la misma dos señores hicieron sus comentarios y su pregunta. Sin
embargo parecía que sin que se diesen cuenta uno respondía la del otro.
El primero, con buena intensión, le preguntó sobre si
no había una capacidad de rebelión del sujeto, algo que viniese de adentro y
que le permitiera a “Juan” (el protagonista del caso) poder poner un límite a un padre invasivo.
Sin embargo el segundo habló de la represión en España.
Parecía que en el segundo estaba la clave de la primera
pregunta. Los dos eran hombres con muchos años sobre sus hombros, lo cual no los
hacía ajenos en su saber.
La respuesta a estas preguntas las podemos encontrar en
comparativas que nos lleven a reflexiones. El otro día veía el programa “Cuéntame”
(de España) donde presentan la historia de España de los años 60 en adelante a
través de la mirada y vivencia de una familia. Sin embargo cuando llega el
momento del intento de golpe de estado de 1981 y aparece algo peculiar. España
hacía poco había recuperada una libertad casi nostálgica, y ahora frente a la
posibilidad que se la vuelvan a quitar se quedan aterrorizados dentro de sus
casas mirando lo que sucedía, paralizados por el terror.
Esta imagen me dejó reflexionando. Dado que soy Argentino he vivido el intento de golpe de estado de 1987 en persona. Pero fue diferente. En este caso para que los militares no volviesen al poder familias enteras con sus hijos, de cualquier tendencia política, social o cultural se plantaron en la plaza de mayo para impedir el acceso de los militares y como muestra del rechazo.
Y es aquí donde surge la pregunta, quizás la misma pregunta que hizo aquel señor con respecto a la capacidad de revelarse. ¿Qué diferenció a la gente de un país que de otro?
Desde ya no son cuestiones genéticas, porque la mayoría somos
hijos de españoles e italianos y otros países europeos. Pero sí miramos con
detenimiento hay un factor que le sucedió a España al igual que en el caso de
Juan.
Argentina tuvo golpes de estado y de represión pero durante
períodos cortos. España tuvo 40 años, es decir, generaciones y generaciones de
represión, de un sistema que fue aplastando y minando a su población en su derecho
a réplica, es decir, a hablar. Desde el cognitivismo lo podrían llamar indefensión aprendida. Aunque
tampoco es eso, ya que la misma es cuando a un sujeto se le castiga sin motivo
alguno y llega un momento que no reacciona (queda anulado). En este caso el castigo era por ser
diferente, pensar, tener curiosidad intelectual o hacer algo que no fuese dictado (dicta/dura). No es
tanta indefensión aprendida en ese sentido
sino “indefensión bien enseñada”.
Cuando a un sujeto, de cualquier lugar, se lo cría bajo la (re)presión
del zapato que le aplasta la cabeza, si eso se produce durante mucho tiempo
pierde su capacidad de reaccionar, porque simplemente no sabe qué es lo otro.
Desde el psicoanálisis vamos a pensar que aprende a discurrir por la vida como
un “reprimido” y aprenderá a vivir como tal, a gozar de ser quien es a pesar de
sus penurias y a repetir dicha represión, ya que es mucho más complejo que
esto. Aparece la dialéctica Amo-Esclavo donde el esclavo necesita de un amo que
lo someta, al cual odia, pero ama, al cual le desea la muerte, pero también
implica su propia muerte porque su relación es especular. El uno no sabe vivir
sin el otro.
El amo es malo, pero es bueno. Alimenta, indica, ordena,
quita el peso de la decisión y la consecuencia. Manda, se convierte en Dios,
es poseedor del sentido del esclavo. A su vez el esclavo es motivo de ser del
Amo, lo complace, le obedece, le da compañía y principalmente le alimenta su
ego. Los dos se retroalimentan, saben, secretamente a voces, que se necesitan
el uno con el otro para satisfacerse.
Desde la esquizofrenia le sucede a Daniel Paul Schreber (Jefe de la corte suprema de Dresde – Caso estudiado por Freud) que cuando es “nombrado” en su puesto, ocupa el lugar de poder, que para él es absoluto, pierde al padre (ocupando el lugar del gran hombre) y lo recupera vía alucinación y paranoia. Su sistema de goce, de sometimiento sigue en pie, y ahora sostenido por la alucinación. Siempre era perseguido por autoridades (tanto el dios superior e inferior como Fleshig o el enfermero corpulento)
En casos ya no de estructura psicótica lo que hay que atravesar es el fantasma de ese sujeto, reconducir ese goce para que pueda transformarlo en otra cosa. El sujeto no sabe ser de otra manera, a pesar que lo que es le moleste y le pueda doler o angustiar. Porque quien es reprimido busca un represor, buscará incluso, vía transferencia, que su analista, como una demanda que no se responderá, sea su nuevo amo, lo juzgue, lo reprima (salvo que repita para no recordar y se convierta en represor él mismo).
Y es justamente ahí, en esa relación, vía interpretación, pero
principalmente, en ese vínculo, que llamamos transferencial, donde el
analizante se va pudiendo ubicar en un lugar nuevo en su vida. En su lucha el
analizante intentará poner a su analista en el mismo lugar que pone al resto,
en su verdugo (en este caso, pero dependerá de la historia de cada cual y su posición subjetiva). Explicar la transferencia es algo muy
complejo, porque es la transformación desde lo vivencial, desde los lugares que
ocupamos, de los nuevos espejos que se forjan frente al analista y luego se empiezan
a repetir en el exterior.
Siguiendo el caso del reprimido es, poder ubicarse,
incómodamente, en el lugar de la libertad.
Sergio Alonso Ramírez
consulta: www.psicosujeto1.blogspot.com
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