"Hay algo que debéis entender de mi forma de trabajar. Cuando me necesitáis y no me queréis, debo quedarme. Cuando me queréis, pero ya no me necesitáis, debo irme... Es un poco triste, pero es así"- película: La niñera mágica.

(Sin embargo, a pesar de mi ausencia física, me tendréis allí donde me necesiten)


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24 de julio de 2015

El consciente justifica el inconsciente

Quizás por resistencia, quizás por ignorancia, y seguramente por narcisismo,  el sujeto deja pasar por alto uno de los primeros descubrimientos de Freud y de los más importantes: Que el consciente está para justificar el inconsciente (el yo justifica el ello).

Lo descubre de una forma simple. Observa que bajo hipnosis, en muchos casos, la persona sabe el motivo de su síntoma, pero luego en estado de lucidez no tiene idea. Con lo cual hipnotiza a una paciente y le dice "Cuando me vaya me olvidaré el paraguas, usted se dará cuenta y vendrá a buscarme y lo abrirá sobre mi cabeza". Luego la despierta diciéndole que nada recordase de lo que había sucedido en su sesión de hipnosis. Termina la sesión, se pone su abrigo y se retira, olvidando, adrede, el paraguas. Mientras aún estaba caminado por un corredor dentro de la casa ve que ella llega con el paraguas, lo abre sobre su cabeza y Freud la mira y le dice:
¿Qué hace?
Es que se olvidó el paraguas - contesta la paciente -
Gracias, pero... porque lo abre aquí dentro
Bueno... es que... para que no se moje, y por si acaso... etc. – (a pesar de estar dentro de la casa)

Es aquí donde se da cuenta de una máxima importante a nivel individual, como social, en los sujetos: el consciente va a tender a justificar aquellas mociones inconscientes. De ahí también que los analistas decimos que los pacientes siempre mienten, no porque quieran, sino porque no pueden decir la verdad (inconsciente).
Esta mujer dio muchas excusas, pero entre ninguna de sus respuestas estaba el "porque usted me lo dijo".

El otro día hablaba con un señor mayor que comentaba cosas del mismo estilo que la mujer del paraguas pero con pesos mucho más imbricados de la sociedad. Me comentaba que le parecía que el banco era "malo" y que no era "justo" ya que la gente entregando su casa se quedase con deuda. Y se puede estar de acuerdo o no con ello. Pero le pregunte por qué, entonces, siendo tan injusto, la gente lo había firmado. Ahí comenzó una serie de repeticiones de frases sociales de que si los bancos malos, Alemania mala, gobiernos malo, etc., etc. Como si un mago de la galera hubiese sacado una realidad repentina, y no el fruto de un sistema en el cual unos engañan y los otros firman a gusto dicho engaño.

Lo interesante de esto es que en aquella época (hace ya 13 años) llegaba a España y el delirio estaba apoderado de la población. Los medios, las autoridades (es decir, el Otro) fomentaba ideas delirantes. Que un apartamento crecería de valor "porque sí" y que nunca pararía. Que nunca habría una crisis económica (en un país que ya había pasado varias), que "el banco no le iba a hacer algo malo" (como si de un amigote de barrio se tratase), que "Alemania" no permitiría que España se hundiese. Lo cierto, era que los números no daban, en un país de "mileuristas", la gente se endeudaba por cientos de miles (aun habiendo quien en ese momento ganaba bien). Pero lo peor era que con un riesgo máximo, tal que, en cuanto flaqueara la fina línea por la que se movían, caerían todos, incluso aquellos que estaban próximos. Es verdad, claro está, que el nombre del padre no hizo su función, no castró, y vemos como cuando no aparece la ley que pone límite, el delirio se dispara,  ya que se utiliza la ausencia de ley para poner ideas perversas y delirantes. Es decir "Ahora puedes volver a ser un niño y tener por tu mera existencia, valer por hacer lo mismo que hacías y creerte más por hacer lo mismo o incluso menos". A eso se sumaba el terror de ver que todos tenían y que el sujeto quedaba "fuera", marginal, y algunos, por suerte, así se quedaron. En aquella época, este discurso no era de "algunos" era completamente generalizado, admitido, etc. Daba igual si los motivos parecían lógicos, en última instancia la lógica no cuenta, sino que desestima quien la dice y ya se puede seguir con el delirio (total... si todos lo hacen, no va a pasará nada). También había otro argumento "que si no se arriesga el país no avanza"... claro... depende de cuánto. En el casino una persona puede arriesgar 100 euros o todas sus pertenencias. Y aun así, si el sujeto es consciente de que está arriesgando por perderlo todo, sería una opción. Lo interesante que un amigo que tuvo 4 inmobiliarias me contaba cómo, frustrado, les explicaba a las personas el riesgo, que lean lo que firmaban, etc., y las propias personas no querían saber nada "de eso que estaba escrito".

Como se puede ver, el consciente justificaba todo lo que el inconsciente dictaba.

Ahora lo que incluso es gracioso es como el mismo grupo social cambia el discurso y pasa a decir:
"hemos sido estafados", "somos pobres víctimas", el banco, antes amigo, ahora enemigo. Alemania, antes heroína, ahora villana. He incluso, este señor me decía que "es que si las personas no arriesgan como iba a avanzar el país". A lo que le respondí "así avanzo, arriesgando lo que no es y obteniendo lo que no se puede". En ningún momento apareció la castración y decir "señor, ahorre, pida un préstamo que vea que pueda pagar en la peor de las circunstancias en 30 años". Como si una situación actual, próspera, se pudiese sostener nada menos que 30 años. Como si el tiempo no pasase, no produjese estragos, no se divorciase la gente, no hubiesen malos vecinos, etc., etc. (La negación que colabora con el delirio)

Ahora los que antes eran campeones, se vuelven víctimas. Pero cuando fueron campeones lo eran por sus "méritos" y cuando son víctimas, lo son por los otros.

Lo más interesante y curioso, es que los propios sujetos, no dicen ni "mu" del presidente que en aquella época fomentaba todo esto. Aparece el silencio sobre quien no puso una limitación a una institución (bancos) que su función es obtener el mayor beneficio a toda costa cual pulsión de muerte (al igual que los que firmaban, sólo que unos sí sabían lo que hacían - bancos - y los otros lo negaban, a pesar de tenerlo escrito frente de sí).

A partir de todo esto la sociedad se revuelve, se revela, se convierten, en grandes detractores de quien los ha dejado de satisfacer. Aparece una demanda sobre el Otro.

En el fondo la frase real es "yo hice todo lo que me decían que tenía que hacer, hipnotizado por la publicidad de grandiosidad y la amenaza de quedarme fuera, y me has engañado. Resulta que no soy el rey que me prometiste que sería". (El mismo sujeto que se supone y se proclama "independiente")

Luego, se construyen una serie de reclamos, obvios, viejos, escritos y firmados, sobre lo que el propio sujeto ha hecho pero no calculado.

¿A qué apuntaba la pregunta que le hice al señor, sobre porque habían firmado lo injusto? A que pudiera ver, que algo del orden del sujeto se ponía en juego a la hora de tomar una elección. Hay una cuota, por más que se niegue, de responsabilidad por los actos que uno hace. Pero ahora los malos son los Otros, todos los Otros, empresarios malos, bancos malos, políticos corruptos... desesperanza.

Lo peligroso: El tema es que el sujeto por un lado quiere sentirse o pensarse "independiente" y "sabedor" (como quien se cree psicólogo o psicoanalista porque es persona), gozar de sus aspectos perverso infantiles ("yo hago lo que quiero y valgo porque sí") y no ver algo primordial sobre su responsabilidad por un lado, y por otro por la responsabilidad de un Padre (gobierno) que sí sabe que la gente actúa de forma irresponsable e infantil y no ha efectuado un corte.
Mientras los sujetos no puedan ver lo que han hechos ellos mismos, tampoco pueden seguir la línea de lo que ha hecho realmente el otro. Ahora, cual espíritus desesperados, buscan justificar, conscientemente, que hay una entidad mala, cabeza de turco, que es maligna y debe pagar. Cuando no se dan cuenta que no se trata de señalar al león (que siempre lo fue), sino a quien no puso los medios para que el león no se coma a la gente, y quien se metió en la jaula.

Si se comparan las frases se puede ver cómo son justificaciones de aquello que realmente molesta:

Yo también quiero: - Todos no se pueden equivocar -
Cuando la realidad marca que sí - El otro es malo. Nunca nos equivocamos - (La psicología social de hecho dice que en realidad sí se equivocan las masas y arrastran a que el sujeto, vía identificación, a que haga algo irracional. Incluso los experimentos simples de Ash)

Niego la lógica de las posibilidades:
- Hay que arriesgar, sino no prospera nada -
Cuando el riesgo se hace catástrofe: - Es que a mí no me informaron -

El inconsciente demanda, pide, reclama, y el consciente justifica más allá de cosas lógicas, a veces hasta simples.

Así como siempre ha costado saber que la relación del yo con el ello es una dialéctica que implica asumir la falta, que no podemos manejar como queremos, sino que respondemos a deseos y fantasías inconscientes, también le cuesta al sujeto poder asumir sus actos yoicos. Porque poder asumir que lo que uno ha hecho, e incluso poder entenderlo, es la única forma de no volver a repetir (o saber qué es lo que uno hace y donde terminará). Pero esto tiene un coste alto también, implica tener que separarse de la manada, no seguir por donde todo el mundo, y parar a reflexionar. Incluso, equivocarse, implica una herida narcisista y por otro lado saber que el Otro, puede no ser tan bueno y fiable.

El otro día un paciente me decía que odiaba a la chica que no le prestaba atención. Que ojalá le sucediese esto y lo otro. Y que si ella volvía, no pensaba prestarle la más mínima atención. En cuanto ella le prestó "la más mínima atención" se dijo la persona más feliz del mundo y que seguía enamorado.

Cuando la realidad no le complace, aparece una serie de justificaciones, de enojos contra quien lo dejó de satisfacer. No renunció a ella, en cuanto aparece, se caen los argumentos, que dice muy en serio, para revelar que ella lo hacía sentir especial.

Parece que a nivel social, pasa lo mismo, nada más que se avalan unos a los otros, mientras, igualmente, pagan las consecuencias de todos modos.

Nos olvidamos de una de las primeras máximas, que "el consciente sólo justifica aquello que el sujeto desea inconscientemente". Mientras nos quedamos en los discursos imaginarios (conscientes) no podemos abordar lo real (inconsciente) y el conflicto sigue estando ahí.

PD: Incluso aparecen los recuerdos falsos o encubridores: "ya se veía venir", "muchos lo decían", "depende de donde buscarás información" "la gente no es tonta, fue engañada". Olvidando que esas mismas personas decían lo contrario a todo esto....

El consciente se crea su propia historia en pos de sostener los lugares que le causan placer al inconsciente.

Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista


1 comentario:

  1. El consciente justifica aquello de lo que el inconsciente goza. La esencia de la neurosis.��

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