Artista: Luca Pierro Flickr: https://www.flickr.com/photos/sottounponte/sets/72157629200401977/ |
La demanda psicótica es algo muy importante tanto para el
interesado en los menesteres psicoanalíticos como para los profesionales. La
demanda, el pedido, puede tomar diferentes carices y es importante poder
diferenciar si es una demanda neurótica de una psicótica.
Para poder explicar esto vamos a ver un poco los estadios
del niño desde diferentes autores:
Cuando el niño es un bebé está en la etapa Esquizo-paranoide
(Melanie Klein): Esto quiere decir que aún el niño no entiende una
diferenciación entre el yo y el tú. Todos los objetos son de él y vienen hacia
él (paranoide) y no hay todavía una concepción del yo, y por ende del otro
(esquizo). El bebé es un todo. No hay barrera entre objeto y él, entre la teta
y su necesidad. Luego se irá construyendo que la teta es de otra, que es mamá,
proveedora de placeres.
Luego está la fase del espejo (Jacques Lacan) donde el niño a
partir de verse reflejado, tanto en el espejo como en el otro se entiende a sí
mismo como una unidad. Él es yo, y hay otro. Pero es yo a partir de que otro lo
mire (de ahí que dirá que la estructura de la personalidad es la paranoia,
porque venimos del otro). Es decir, toma consciencia de sí a partir de otro.
Ahora el niño no pega el grito porque un objeto “se va” sino que lo pide y dice
“dámelo”, es decir, se constituye un yo, algo puede ser propio porque el existe
diferenciado.
Pero esta etapa es la perversa, donde el niño tiende a
buscar satisfacerse todo el tiempo (Principio de placer - Freud). Las normas, las leyes, los
impedimentos vienen desde fuera. Luego los interioriza y ya no necesita del
adulto para prohibirse una conducta. En la etapa perversa, donde encuentra múltiples
formas de satisfacción (perverso polimórfico) es el centro de todo y lo más
importante. El mundo es para él (pero hay un “él” es decir, hay un “yo”).
Luego vendrán la etapa obsesiva donde el niño empieza a
tener “control” de sus heces, a retener y descargar placenteramente, la etapa
histérica donde la mirada se centra en ser mirado y deseado por sus padres y
finalmente la genital en la adolescencia donde se reviven las formas de
satisfacción previas, los objetos de placer y así se organiza la genitalidad
dependiendo de cómo ha ido atravesando las etapas.
El neurótico, pide, como un niño, que el otro se haga cargo,
que sea como un dios, que lo pueda todo. Piensa que el médico “debe y puede
sanar siempre”, no se puede confundir, y así le pide ayuda. Pero hay un detalle, sabe
que no es así en el fondo, que no se puede, que el otro también está en falta.
El neurótico, es decir, cualquier persona que entendemos socialmente como “normal”, trata de
camuflar los agujeros de la vida, los objetos perdidos (padre o madre) con
otros (pareja). Pero sabe que eso se puede perder, algo del orden de la
castración, que sucede hacia los 5 años (aunque otros autores hablan de muchas
castraciones pequeñas que son las separaciones del sujeto con el objeto
placentero), le dice que el otro es eso:“otro” (ajeno a uno) y está fuera de
nuestro alcance, podemos fantasear con tenerlo/la,
pero luego del orgasmo… vuelven a ser dos seres separados (aparece lo real). La
muerte aparece como un real odioso que nos habla del fin, de la separación, de
lo que no podemos tener. Entonces el neurótico, suele pedir ayuda, pero una
ayuda para salir de su problemática, para poder avanzar. Es decir LE pide una
ayuda a OTRO, para SÍ MISMO. En la propia dialéctica encontramos que aparece la
castración, hay otro y un yo que necesita algo.
En la demanda psicótica, no pasa esto. Y no quiere decir que
un sujeto neurótico no pase por esto más allá de la psicosis. La demanda
psicótica lo pide todo, intenta que no haya división entre el sujeto y el otro.
La demanda psicótica pide absolutos, la respuesta “verdadera y real”, el “dios
todo poderoso”, que el otro “me de lo que necesito”, que “esté conmigo para
siempre”. Es una demanda donde el intento fallido es que no haya división entre
el objeto de deseo y el sujeto. A partir de ahí encontramos en el imaginario
social lo que llaman “machistas” cuando en realidad es un psicótico que
pretende que la mujer sea de él o incluso él mismo. Y si ella no está, él
muere, porque “él es ella”, entonces la mata y luego se mata. En la mujer
aparece un tanto de lo mismo. Ella pone todo en él (como en el cuento “abrázamemuy fuerte”), su vida, su futuro, su ilusión, incluso ella. Cuando el otro se
va, ante el agujero enorme que queda ella decide o matarse, o matarlo y matarse
o matar a todos (incluso hijos) y luego suicidarse. Esto es un intento en acto
de evadir la castración, el límite, como diciendo “como somos uno morimos los
dos”.
La demanda psicótica intenta poner en el otro todo lo propio,
le pide, como a un Dios milagroso, que le traiga todas las respuestas. Van de
brujas a oráculos a que le den absolutos
que le calmen la angustia de saber que la realidad va más allá de uno y que se
interactúa pero no se maneja.
Es, efectivamente, parecida a la neurótica, pero la
diferencia es que el neurótico pretende una ayuda para poder hacer algo con su
vida, el psicótico pide que el otro se haga cargo de su vida entregando
absolutos inexistentes.
Dicho pedido psicótico es imposible de rellenar, ya que es
un imposible ser el otro, y aparece constantemente, en un intento de devorar al otro, de incorporarlo. Así lo sienten los hijos de los padres así, que
constantemente solicitan, piden, reclaman y lo único que dan es una demanda,
dejando frustrados a su hijos.
“Necesito que me lo de todo”
“Tiene que ser mío/a”
“Sin mi pareja no sé quién soy, me mataré”
Se complace maltratándome como si fuera de su propiedad… y
allí me quedo… siendo del otro.
“Nadie me entiende”…
“Por más que no me quiera será mía porque la necesito”
“Quiero que el inconsciente me diga las respuestas
verdaderas de todo”
“En tal libro religioso están todas las respuestas”.
El sujeto vuelve, a partir de este tipo de demanda, a un
estadío esquizo-paranoide donde intenta que no haya una diferenciación entre
los dos, son uno y viene lo que necesita del otro, pero otro que debe ser “él
mismo”, que no se puede separar. De ahí la constante angustia por la dialéctica
bélica contra la realidad de la castración (hay un límite a pesar de evitarlo).
Y la pregunta es… ¿Nos podemos encontrar en la clínica con
demandas psicóticas en personas de estructura neurótica?
Sí, a veces una gran necesidad, estructurada por una serie
de vivencias y frases (las dos significantes) hacen que el sujeto encuentre o
focalice todos sus problemas en “ganar la lotería”, “que me quiera”, “que ella
lo sea todo”, “que este trabajo me haga feliz”, etc., etc.
Y ahí, como si de una máxima se tratase, el analista tiene
que hacer de castración y decir simplemente: “eso no se puede, es imposible”.
Porque en efecto, lo es, y debe aparecer la castración y frustración como
liberación.
Ahora, diferente es cuando hablamos de una estructura
psicótica, ya que esta demanda es constante y para todo. El Otro, siempre,
tiene que darle respuestas a su angustia. Y la angustia es de castración. Sufre
porque no puede fusionarse con el otro, ya sea pareja, dios, saber, universo,
etc. Y pide respuestas, absolutos, demanda que el profesional se convierta en
un absoluto, un padre, infantil y mágico, que da, como Merlín el Encantador,
las respuestas con la varita mágica. (De ahí lo psicótico, ya que funciona a
partir de una irrealidad, la falta de castración, es decir, separación entre
uno y el otro).
En la demanda psicótica se le pide al otro (destino,
sociedad, mundo, dioses, vida, universo, etc.) que le devuelva, que lo
recompense, que le compense lo que necesita y desea. Fuera de toda lógica está
el hacer algo por ello. Y si lo hacen es lo mínimo, como el niño que se porta
bien unos minutos y espera su caramelo. Nada más que el psicótico espera que se
le de trabajo, fama, dinero, atractivo… siempre desde fuera hacia adentro.
Parecido, claro está, a lo que desea un neurótico, pero el
mismo se frustra y hace algo, el psicótico se cristaliza en su demanda e
insatisfacción. Y si hace algo es para que se cumpla la ausencia de castración,
no para asumir la falta que nos moviliza.
Por eso el todo y la nada siempre están conectados como en
los maníacos depresivos (Bipolares) que en estado maníaco “no hay nada que los
separe de lo que quieren” o en estado depresivo “no hay nada que quieran”.
Saltan de un lado al otro de la castración pero nunca la pisan.
En resumen, cuando nos encontramos frente a una demanda
absoluta donde se le pone todo al otro como “solución a lo propio”, estamos
frente a una demanda psicótica. Cuando la demanda es un pedido de ayuda para
poder encontrar la satisfacción o cierto equilibrio, dentro de lo que cabe,
desde uno mismo, podemos pensar en una demanda neurótica. La diferencia es sutil. Todo sujeto sufriente
pide ayuda, pero la cuestión la podemos plantear en el “cómo” y “para qué”.
“no es mi problema, es que el otro no me lo soluciona…” (Demanda
psicótica) – “serás de mi posesión o no serás nada”
“voy a buscar ayuda para ver cómo lo puedo solucionar” (Demanda
neurótica) “Fantaseo con que somos uno, pero sé que puede dejar de serlo.”
Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista
Muy bueno el artículo. Saludos desde República Dominicana~
ResponderEliminarGracias por tan buena explicación
ResponderEliminarUn excelente artículo.
ResponderEliminar¡Gracias!