"Hay algo que debéis entender de mi forma de trabajar. Cuando me necesitáis y no me queréis, debo quedarme. Cuando me queréis, pero ya no me necesitáis, debo irme... Es un poco triste, pero es así"- película: La niñera mágica.

(Sin embargo, a pesar de mi ausencia física, me tendréis allí donde me necesiten)


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10 de agosto de 2015

La demanda psicótica y la neurótica

Artista: Luca Pierro
Flickr: https://www.flickr.com/photos/sottounponte/sets/72157629200401977/
La demanda psicótica es algo muy importante tanto para el interesado en los menesteres psicoanalíticos como para los profesionales. La demanda, el pedido, puede tomar diferentes carices y es importante poder diferenciar si es una demanda neurótica de una psicótica.
Para poder explicar esto vamos a ver un poco los estadios del niño desde diferentes autores:
Cuando el niño es un bebé está en la etapa Esquizo-paranoide (Melanie Klein): Esto quiere decir que aún el niño no entiende una diferenciación entre el yo y el tú. Todos los objetos son de él y vienen hacia él (paranoide) y no hay todavía una concepción del yo, y por ende del otro (esquizo). El bebé es un todo. No hay barrera entre objeto y él, entre la teta y su necesidad. Luego se irá construyendo que la teta es de otra, que es mamá, proveedora de placeres.

Luego está la fase del espejo (Jacques Lacan) donde el niño a partir de verse reflejado, tanto en el espejo como en el otro se entiende a sí mismo como una unidad. Él es yo, y hay otro. Pero es yo a partir de que otro lo mire (de ahí que dirá que la estructura de la personalidad es la paranoia, porque venimos del otro). Es decir, toma consciencia de sí a partir de otro. Ahora el niño no pega el grito porque un objeto “se va” sino que lo pide y dice “dámelo”, es decir, se constituye un yo, algo puede ser propio porque el existe diferenciado.
Pero esta etapa es la perversa, donde el niño tiende a buscar satisfacerse todo el tiempo (Principio de placer  - Freud). Las normas, las leyes, los impedimentos vienen desde fuera. Luego los interioriza y ya no necesita del adulto para prohibirse una conducta. En la etapa perversa, donde encuentra múltiples formas de satisfacción (perverso polimórfico) es el centro de todo y lo más importante. El mundo es para él (pero hay un “él” es decir, hay un “yo”).

Luego vendrán la etapa obsesiva donde el niño empieza a tener “control” de sus heces, a retener y descargar placenteramente, la etapa histérica donde la mirada se centra en ser mirado y deseado por sus padres y finalmente la genital en la adolescencia donde se reviven las formas de satisfacción previas, los objetos de placer y así se organiza la genitalidad dependiendo de cómo ha ido atravesando las etapas.

El neurótico, pide, como un niño, que el otro se haga cargo, que sea como un dios, que lo pueda todo. Piensa que el médico “debe y puede sanar siempre”, no se puede confundir, y así  le pide ayuda. Pero hay un detalle, sabe que no es así en el fondo, que no se puede, que el otro también está en falta. El neurótico, es decir, cualquier persona que entendemos socialmente como “normal”, trata de camuflar los agujeros de la vida, los objetos perdidos (padre o madre) con otros (pareja). Pero sabe que eso se puede perder, algo del orden de la castración, que sucede hacia los 5 años (aunque otros autores hablan de muchas castraciones pequeñas que son las separaciones del sujeto con el objeto placentero), le dice que el otro es eso:“otro” (ajeno a uno) y está fuera de nuestro alcance,  podemos fantasear con tenerlo/la, pero luego del orgasmo… vuelven a ser dos seres separados (aparece lo real). La muerte aparece como un real odioso que nos habla del fin, de la separación, de lo que no podemos tener. Entonces el neurótico, suele pedir ayuda, pero una ayuda para salir de su problemática, para poder avanzar. Es decir LE pide una ayuda a OTRO, para SÍ MISMO. En la propia dialéctica encontramos que aparece la castración, hay otro y un yo que necesita algo.

En la demanda psicótica, no pasa esto. Y no quiere decir que un sujeto neurótico no pase por esto más allá de la psicosis. La demanda psicótica lo pide todo, intenta que no haya división entre el sujeto y el otro. La demanda psicótica pide absolutos, la respuesta “verdadera y real”, el “dios todo poderoso”, que el otro “me de lo que necesito”, que “esté conmigo para siempre”. Es una demanda donde el intento fallido es que no haya división entre el objeto de deseo y el sujeto. A partir de ahí encontramos en el imaginario social lo que llaman “machistas” cuando en realidad es un psicótico que pretende que la mujer sea de él o incluso él mismo. Y si ella no está, él muere, porque “él es ella”, entonces la mata y luego se mata. En la mujer aparece un tanto de lo mismo. Ella pone todo en él (como en el cuento “abrázamemuy fuerte”), su vida, su futuro, su ilusión, incluso ella. Cuando el otro se va, ante el agujero enorme que queda ella decide o matarse, o matarlo y matarse o matar a todos (incluso hijos) y luego suicidarse. Esto es un intento en acto de evadir la castración, el límite, como diciendo “como somos uno morimos los dos”.

La demanda psicótica intenta poner en el otro todo lo propio, le pide, como a un Dios milagroso, que le traiga todas las respuestas. Van de brujas a oráculos a que  le den absolutos que le calmen la angustia de saber que la realidad va más allá de uno y que se interactúa pero no se maneja.

Es, efectivamente, parecida a la neurótica, pero la diferencia es que el neurótico pretende una ayuda para poder hacer algo con su vida, el psicótico pide que el otro se haga cargo de su vida entregando absolutos inexistentes.  
Dicho pedido psicótico es imposible de rellenar, ya que es un imposible ser el otro, y aparece constantemente, en un intento de devorar al otro, de incorporarlo. Así lo sienten los hijos de los padres así, que constantemente solicitan, piden, reclaman y lo único que dan es una demanda, dejando frustrados a su hijos.

“Necesito que me lo de todo”
“Tiene que ser mío/a”
“Sin mi pareja no sé quién soy, me mataré”

Se complace maltratándome como si fuera de su propiedad… y allí me quedo… siendo del otro.

“Nadie me entiende”…
“Por más que no me quiera será mía porque la necesito”
“Quiero que el inconsciente me diga las respuestas verdaderas de todo”
“En tal libro religioso están todas las respuestas”.

El sujeto vuelve, a partir de este tipo de demanda, a un estadío esquizo-paranoide donde intenta que no haya una diferenciación entre los dos, son uno y viene lo que necesita del otro, pero otro que debe ser “él mismo”, que no se puede separar. De ahí la constante angustia por la dialéctica bélica contra la realidad de la castración (hay un límite a pesar de evitarlo).

Y la pregunta es… ¿Nos podemos encontrar en la clínica con demandas psicóticas en personas de estructura neurótica?
Sí, a veces una gran necesidad, estructurada por una serie de vivencias y frases (las dos significantes) hacen que el sujeto encuentre o focalice todos sus problemas en “ganar la lotería”, “que me quiera”, “que ella lo sea todo”, “que este trabajo me haga feliz”, etc., etc.
Y ahí, como si de una máxima se tratase, el analista tiene que hacer de castración y decir simplemente: “eso no se puede, es imposible”. Porque en efecto, lo es, y debe aparecer la castración y frustración como liberación.
Ahora, diferente es cuando hablamos de una estructura psicótica, ya que esta demanda es constante y para todo. El Otro, siempre, tiene que darle respuestas a su angustia. Y la angustia es de castración. Sufre porque no puede fusionarse con el otro, ya sea pareja, dios, saber, universo, etc. Y pide respuestas, absolutos, demanda que el profesional se convierta en un absoluto, un padre, infantil y mágico, que da, como Merlín el Encantador, las respuestas con la varita mágica. (De ahí lo psicótico, ya que funciona a partir de una irrealidad, la falta de castración, es decir, separación entre uno y el otro).
En la demanda psicótica se le pide al otro (destino, sociedad, mundo, dioses, vida, universo, etc.) que le devuelva, que lo recompense, que le compense lo que necesita y desea. Fuera de toda lógica está el hacer algo por ello. Y si lo hacen es lo mínimo, como el niño que se porta bien unos minutos y espera su caramelo. Nada más que el psicótico espera que se le de trabajo, fama, dinero, atractivo… siempre desde fuera hacia adentro.
Parecido, claro está, a lo que desea un neurótico, pero el mismo se frustra y hace algo, el psicótico se cristaliza en su demanda e insatisfacción. Y si hace algo es para que se cumpla la ausencia de castración, no para asumir la falta que nos moviliza.
Por eso el todo y la nada siempre están conectados como en los maníacos depresivos (Bipolares) que en estado maníaco “no hay nada que los separe de lo que quieren” o en estado depresivo “no hay nada que quieran”. Saltan de un lado al otro de la castración pero nunca la pisan.
En resumen, cuando nos encontramos frente a una demanda absoluta donde se le pone todo al otro como “solución a lo propio”, estamos frente a una demanda psicótica. Cuando la demanda es un pedido de ayuda para poder encontrar la satisfacción o cierto equilibrio, dentro de lo que cabe, desde uno mismo, podemos pensar en una demanda neurótica.  La diferencia es sutil. Todo sujeto sufriente pide ayuda, pero la cuestión la podemos plantear en el “cómo” y “para qué”.
“no es mi problema, es que el otro no me lo soluciona…” (Demanda psicótica) – “serás de mi posesión o no serás nada”
“voy a buscar ayuda para ver cómo lo puedo solucionar” (Demanda neurótica) “Fantaseo con que somos uno, pero sé que puede dejar de serlo.”

Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista

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