En la dialéctica del amo y el esclavo, este último no quiere abandonar su posición y reivindica su victimismo ya que en el mismo hay un fuerte componente narcisista que dice: como yo soy víctima y sufro, doy pena y que el mundo cambie por mí. Lo que yo aporto es mi desgracia pero nunca mi capacidad de cambiar para salir de ella. La exposición es un pedido al otro, pero nunca a sí mismo.
De esta manera el esclavo tiene garantizado que no necesita libertad para poder modificar en algo su posición sino que en estado de victimización espera que los demás se sometan a su pena y cambien para él/ella. Es ahora, con la poderosa arma extorsiva de la pena y culpa, que se convierte en amo para someter al otro. En las familias suele aparecer más comúnmente, especialmente en las madres, dichos manejos manipulativos, para lograr que los hijos hagan lo que desea.
La auto victimización no hay que confundirlo con ser víctima de una escena y que esto traiga diferentes movimientos psíquicos en el sujeto. Sino que es cuando a partir de un hecho real o imaginado la persona siente que tiene una herramienta para someter al otro a partir de, ahora, victimizarse.
De esta manera el esclavo tiene garantizado que no necesita libertad para poder modificar en algo su posición sino que en estado de victimización espera que los demás se sometan a su pena y cambien para él/ella. Es ahora, con la poderosa arma extorsiva de la pena y culpa, que se convierte en amo para someter al otro. En las familias suele aparecer más comúnmente, especialmente en las madres, dichos manejos manipulativos, para lograr que los hijos hagan lo que desea.
La auto victimización no hay que confundirlo con ser víctima de una escena y que esto traiga diferentes movimientos psíquicos en el sujeto. Sino que es cuando a partir de un hecho real o imaginado la persona siente que tiene una herramienta para someter al otro a partir de, ahora, victimizarse.
Por eso se habla de una posición, porque una persona puede ser efectivamente víctima de algo, pero otra cuestión es el comercio que pretende realizar con ello que tiene que ver con el sometimiento de los demás.
Una vez instaurada en la sociedad esta dialéctica la cuestión pasa por quien es más víctima y da más pena para obtener beneficios a partir de ella.
La contracara es que el amo, es decir, quien no es víctima y es productor, es mirado despectivamente, criticado y secretamente amado, porque en definitiva es a quien va dirigida la pena. Y el Amo no siempre tendrá que ser una persona, sino que puede ser una asociación, una institución, la mirada del otro o incluso el propio grupo donde se esfuerzan por reclamar la atención del Otro.
De ésta lógica encontramos que en ciertos ámbitos, el poder rejuntar circunstancias que han sido penosas (o lo siguen siendo), dependiendo del contexto, pueden servir como validación para agredir o disminuir al otro. Si una mujer es negra, inmigrante y homosexual (en USA por ejemplo), creerá que tiene poder de agredir a un hombre blanco heterosexual dado que ella fue víctima y él otro no, pero ahora se victimiza con una intensión sádica sobre el otro es decir, repetir para no recordar. Poner al otro en el lugar de víctima para olvidarse de su propio sufrimiento invirtiendo los roles. Cuando en realidad pueden haber miles de personas que han vivido situaciones penosas que en vez de quedarse en la pena y el posterior sadismo se logran a pesar de las dificultades que el otro le pone encima. Allí donde uno se quedan llorando otros se ponen a construir algo diferente a su desgracia.
Pero lo que vemos es que tampoco sucede esto con tanta frecuencia, sino que otras personas toman las vivencias ajenas y, sin haber pasado por ello, lo utilizan como arma para disminuir al prójimo. Lo que encuentra en una excusa que, paradójicamente, es similar a la sufrida. "A mis antepasados los marginaros, entonces yo ahora tengo derecho de joderte" (porque... ¿estará mal joder a los demás?...).
Entonces ¿qué se pone en juego aquí?. Pues frente a tantos nuevos movimientos que permiten agredir al otro, aparece una vieja pulsión: La de muerte. Siempre tan disimulada encuentra la forma (como el demonio diría la religiones católicas) de colarse en todo lo que pueda para saciar, también con sadismo, la destrucción en el otro. Toma la ignorancia, la juventud, la frustración, el odio para expresarse y autorizarse a lastimar al prójimo, destruirlo, aniquilarlo, ponerle un significante que, en la cultura reinante, autorice al aparato psíquico a producir la aniquilación de su semejante. Nuevas corrientes, viejas pulsiones...
Lo que no pueden entender las personas montadas en sus respectivas películas personales y grupales, que lo que hacen es algo que está presente desde que somos humanos, encontrar formas sádicas de dar rienda suelta a la pulsión de muerte.
Y el sujeto enajenado dice "Pero hay brujas" "pero hay hombres que matan" "pero hay nazis" "pero hay mujeres que matan " "pero va en contra de nuestra religión" "pero son infieles""pero hay curas pedófilos" "pero no es lo mismo..." y así poder, como cuando niños, señalar quien es "muy malo" y descargar sobre dicha persona, grupo u objeto, todo nuestra animosidad destructiva.
Y no me refiero justamente a una institución preparada para poder evaluar la situación y tomar acción a partir de ello, sino a la enajenación de la turba, ahora digital muchas veces, que se autoriza a producir el mismo mal (con nuevos ropajes) del cual se quejan. Aprovecharse entre muchos de pocos...
Entonces ser víctima de algo es, evidentemente, algo penoso y difícil, pero también podríamos pensar que victimizarse es exactamente lo contrario, es, en realidad, convertirse en victimario pero con diferentes armas.
Pero lo que vemos es que tampoco sucede esto con tanta frecuencia, sino que otras personas toman las vivencias ajenas y, sin haber pasado por ello, lo utilizan como arma para disminuir al prójimo. Lo que encuentra en una excusa que, paradójicamente, es similar a la sufrida. "A mis antepasados los marginaros, entonces yo ahora tengo derecho de joderte" (porque... ¿estará mal joder a los demás?...).
Entonces ¿qué se pone en juego aquí?. Pues frente a tantos nuevos movimientos que permiten agredir al otro, aparece una vieja pulsión: La de muerte. Siempre tan disimulada encuentra la forma (como el demonio diría la religiones católicas) de colarse en todo lo que pueda para saciar, también con sadismo, la destrucción en el otro. Toma la ignorancia, la juventud, la frustración, el odio para expresarse y autorizarse a lastimar al prójimo, destruirlo, aniquilarlo, ponerle un significante que, en la cultura reinante, autorice al aparato psíquico a producir la aniquilación de su semejante. Nuevas corrientes, viejas pulsiones...
Lo que no pueden entender las personas montadas en sus respectivas películas personales y grupales, que lo que hacen es algo que está presente desde que somos humanos, encontrar formas sádicas de dar rienda suelta a la pulsión de muerte.
Y el sujeto enajenado dice "Pero hay brujas" "pero hay hombres que matan" "pero hay nazis" "pero hay mujeres que matan " "pero va en contra de nuestra religión" "pero son infieles""pero hay curas pedófilos" "pero no es lo mismo..." y así poder, como cuando niños, señalar quien es "muy malo" y descargar sobre dicha persona, grupo u objeto, todo nuestra animosidad destructiva.
Y no me refiero justamente a una institución preparada para poder evaluar la situación y tomar acción a partir de ello, sino a la enajenación de la turba, ahora digital muchas veces, que se autoriza a producir el mismo mal (con nuevos ropajes) del cual se quejan. Aprovecharse entre muchos de pocos...
Entonces ser víctima de algo es, evidentemente, algo penoso y difícil, pero también podríamos pensar que victimizarse es exactamente lo contrario, es, en realidad, convertirse en victimario pero con diferentes armas.
Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo Psicoanalista
Pd: Sin embargo, como todo, el victimismo tiene sus magnitudes, y no siempre estará asociado a algo tan fuerte como el intento de aniquilar al otro sino cómo formas más sutiles de extorsión donde se pide porque se sufre y se compele al otro a otorgar jugando con la culpa.
Pd: Sin embargo, como todo, el victimismo tiene sus magnitudes, y no siempre estará asociado a algo tan fuerte como el intento de aniquilar al otro sino cómo formas más sutiles de extorsión donde se pide porque se sufre y se compele al otro a otorgar jugando con la culpa.
Gracias Sergio por tu escrito, me ayuda a reflexionar y me motiva a seguir adelante. EXCELENTE.
ResponderEliminarsos Genial, como siempre. Te mando un abrazo enorme y cariños.
Abro mi correo esperando ver una nueva aportación tuya. Eres una luz... ¡Gracias!
ResponderEliminarMuy bueno. Para pensar la posición de la víctima. Saludos!
ResponderEliminarPermitame disentir. En la dialéctica del amo y esclavo, este ultimo PUEDE no querer abandonar su victimismo. No obstante, las personas que desean abandonar la actitud de "esclavo" para poder abordar una relación de justicia (o todo lo que se pueda en un mundo como este) con el otro se ven imposibilitadas justamente por un "amo" (persona o sociedad que ejerce poder hacia otro/s por medio de un sentido común que los favorece, osea, una IDEOLOGÍA que "nació" con ellos y se ah normalizado de tal manera que logra actuar de manera invisibilizada) que se niega a ceder, enceguecido en un sádico egoísmo y escasa empatía, ante el cambio de aquel otro.
ResponderEliminarNo debemos olvidar, que en una relación de amo y esclavo, es el amo el beneficiado y el esclavo el perjudicado. Que luego este ultimo encuentre ciertos placeres en algunas pequeñas venganzas, no nos tiene que mover del eje central de la problemática misma.
Por ultimo, con respecto a tu forma de presentar la palabra ideología en el texto, sospecho una especie de critica hacia la misma. Es curioso, porque no existe otra forma de "entrarle" a la realidad que no sea mediante una "ideologia" o un bagaje de las mismas. Saludos-
Si se fija bien, no estoy diciendo algo diferente. Simplemente que la formas de victimización ocultan otra forma de poderío y sadismo, que, paradójicamente dicen una cosa pero esconden la misma actitud del amo pero aún imposibilitada por las circunstancias.
ResponderEliminarLo de que el Amo es beneficiado y el esclavo perjudicado... Le diría que no están tan de acuerdo los esclavos de la modernidad donde si se quedan sin sus Amos se angustian (jefes, gobiernos, leyes, empresas, instituciones). Y la crítica con la "ideología" es que cuando hay victimismo no hay necesariamente ideología, hay un sadismo con excusa, ni siquiera un reclamo tan real sino una apropiación de una ideología para usarla de otra manera, como tanto ha sucedido ya en la historia...
¿El amo es el beneficiado y el esclavo es el perjudicado? ¿Really? ¿Y cómo se sostiene entonces esa dialéctica? Mmmm...
ResponderEliminar